Caritas Internationalis

Asamblea General Junio 2007

 

Discurso de despedida del Presidente saliente, Denis Viénot

 

La vulnerabilidad y la repartición

 

En este día en que mis funciones llegan a su fin, os ofrezco dos reflexiones.

La vulnerabilidad de los pueblos es una causa de su debilidad, en las situaciones de emergencia y la vida cotidiana. Los responsables de la acción humanitaria lo saben muy bien, así como los agentes de pastoral social, los asalariados y voluntarios de la  red Caritas. Ellos saben también que las personas vulnerables son, con frecuencia, víctimas de la falta de espíritu de compartir, como el pobre Lázaro, del Evangelio de San Lucas. Saben que los pobres son víctimas de la falta de espíritu de responsabilidad efectiva,  hacia los hermanos, tanto en los comportamientos personales, como en la solidaridad con la familia humana. 

Es vulnerable una persona o un pueblo, que está expuesto a los golpes. Podría poner numerosos ejemplos, pero me limitaré a los gritos de Karima, un niña pakistaní, que no conmueven la “Jirga”, un tribunal tradicional compuesto por ancianos. Durante una disputa, relacionada con un conflicto sobre el riego de un campo de caña de azúcar, su hermano mató a un miembro de otra familia. Para reparar el daño causado, la Jirga decide entregarla a ella como ”swara” o pago de sangre. Siendo todavía muy joven para ser entregada a la familia contraria, fue confiada, hasta llegar a la pubertad,  a un anciano de la aldea. A los 15 años fue entregada  al padre del muerto, un hombre  de sesenta años, convirtiéndose así en su tercera esposa. Karima se encuentra actualmente bajo tratamiento psiquiátrico para curar  su esquizofrenia.

¡La vida de muchas mujeres de regiones tradicionales de Pakistán se encuentra bajo las amenazas de la tradición! Los hombres son los propietarios de las mujeres y las castigan. Numerosas mujeres pakistaníes tienen miedo a que las maten, quemándolas con keroseno o con aceite de cocina, o a que desfiguren sus rostros arrojándoles ácidos, si nace la menor sospecha de que han atentado al honor de la familia. 

Son numerosas las  tomas de posición  y publicaciones que abogan por la defensa de los derechos de las mujeres en Pakistán. La Comisión nacional Justicia y Paz publica numerosas listas de casos dramáticos. El Islam y la ley no logran cambiar estas tradiciones. El primero concede derechos  a las mujeres, pero  las costumbres las degradan; la segunda es inoperante, dado que el fundamentalismo extremo y creciente impide las evoluciones.  Pero el Islam permite, sin embargo, que las mujeres accedan a ciertos derechos, en contra de la tradición.  

Caritas Pakistán es líder en Asia  en la investigación  de la trata de mujeres y niños. Y afirma que existe una laguna por lo que se refiere a la lucha contra estas prácticas. Se ha de elaborar una legislación que tienda a individuar las víctimas y ayudarlas,  así como para el campo de la corrupción.           

 

La ONU dispone de estadísticas que muestran que la corrupción en el campo público es sobre todo cuestión de policías y aduaneros en América Latina, en África, en Estados Unidos, en Australia y en Europa del Este, y de responsables políticos y de otros tipos de funcionarios en Asia y en Europa Occidental. La corrupción constituye un obstáculo al desarrollo económico y social, tanto en los países ricos como en los países pobres. La malversación de fondos de los presupuestos públicos disminuye los medios de acción y contribuye a que, en los países pobres, las infraestructuras públicas, las carreteras, escuelas o servicios de sanidad, se encuentren en condiciones lamentables.

Además de los aspectos reprensibles en materia de ética personal, en el plano de  la  ética social  es anormal e injusto que los pobres no tengan acceso a sus derechos, a no ser que paguen de forma ilegal. Tienen mucha necesidad de servicios públicos que el estado no les puede financiar. La corrupción es una perversión, y algunos no dudan en afirmar que es un crimen contra la humanidad, por sus repercusiones en los más pobres.

El Lázaro del Evangelio sufre también las consecuencia de una repartición imperfecta. Es necesario compartir para obstaculizar la mala distribución de las riquezas, que con frecuencia crea pobreza. Sabemos muy bien qué fríos son, a nivel internacional, los estados ricos – es decir la sociedad, los  ciudadanos. Por ejemplo, cuán indecisos se muestran cuando se trata de destinar el 0,7% a la ayuda pública al desarrollo, que es un porcentaje ridículo y que, además, pocas veces se logra. En las sociedades, ricas o pobres, las quejas contra los impuestos y las deducciones obligatorias muestran  el egoísmo.

Y la Asamblea General de Caritas Internationalis es también una sociedad, con sus pobres y sus ricos. Pero Caritas Internationalis es la red de las Caritas del mundo, que defiende el compartir como valor fundamental. Compartir entre las Caritas y compartir la promoción de las actividades  de la Confederación, en el campo de la colaboración solidaria.  

De forma más general, en todas nuestras sociedades, la repartición, ante la mala distribución de los ingresos y la mala distribución del capital, es una de las cuestiones clave para el cristiano y para el agente de pastoral social. “Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy”. Se trata de “nuestro pan”, “un” pan para la muchedumbre. La pobreza de las Bienaventuranzas es la virtud del compartir: nos llama a comunicar y a compartir los bienes materiales y espirituales, no por obligación sino por amor, para que la abundancia de unos ponga remedio a las necesidades de los otros (cfr. II Co. 8, 1-15). 

La pobreza tiene causas externas e internas a la persona, internas y externas a la sociedad. Como una familia, la sociedad es responsable del bienestar y del desarrollo de cada individuo, de cada persona. La solidaridad familiar es de proximidad. La solidaridad de la sociedad tiene un campo más amplio. Ciertamente, solidaridad con los miembros, pero también con los miembros de otras sociedades por amor y por interés para el buen equilibrio del mundo.

Los instrumentos de la solidaridad de la sociedad son diversos: leyes justas, colegios, sanidad, cuidado de los más necesitados, trabajo, etc.

Pero estos instrumentos, para que sean eficaces y justos,  se han  de fundar en una repartición concreta. La repartición es un instrumento y un principio de vida. Porque asistimos a la acumulación escandalosa de la riqueza, en personas y pueblos, indiferentes a toda forma de templanza en el paroxismo del consumo.  ¿Dónde está la toma de conciencia sobre las cuestiones del medio ambiente, la justicia ecológica, cuando los grandes consumidores son los autores de las injusticias y de los engranajes mortíferos?      

 

La vulnerabilidad para hacer retroceder.

La repartición para hacer crecer.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

Son dos apuestas de Caritas Internationalis.

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